miércoles, 20 de septiembre de 2006

Uno de esos

Hoy he tenido uno de esos momentos en la calle. De esos que vas caminando y hay alguien que lleva exactamente tu misma velocidad. Y entonces os poneis a andar a la misma altura y, claro, resulta un poco incómodo. Y no aceleras porque puede quedar raro, tampoco es que escapes de la gente. Tampoco andas más lento, se notaría mucho. Y en todo caso, aunque aceleres o reduzcas siempre vais a estar a la misma altura. Y entonces entra la paranoya: ¿me querrá dar el palo? ¿Lo conoceré? Y tampoco te giras para mirarle la cara, porque acabas roj@ como un tomate y se hace todo aún más incómodo. Sí, es una de esos momentos en la calle.

Igual que cuando alguien va detrás caminando, tan cerca que vuelve la paranoya... ¿Y si me suelta un golpe en la nuca para darme el palo?

Pero al final nunca pasa nada. Es sólo eso, un momento. Pero... ¿Y si un día pasa?

O cuando silban... Si miras y no es para ti, creída. Si no miras y sí que iba por tí, maleducada. En fin...

lunes, 18 de septiembre de 2006

La he visto

He visto el Codigo Da Vinci, por fin. Y dejando a un lado la baja calidad de la grabación, el pesado acento francés y la falta de subtítulos en algunas de las escenas, la verdad es que me ha gustado. Mucho. Es normal, también me gustó el libro... La recomiendo, sí.

martes, 12 de septiembre de 2006

Suspiros de la infancia

Ayer por la noche disfrutamos de una más que agradable y divertida cena con una pareja de buenos amigos de curro-gracias N. y M. por las risas... y las pastas-. Lo más curioso de la velada fue que consiguiéramos hablar y hablar sin acabar quejándonos del trabajo o de la gente del idem. Algo que, por otra parte, hizo la cena aún más agradable.

La conversación estrella, no me preguntéis cómo surgió el tema, fue la infancia. Me encanta hablar de la infancia, de hecho a veces me entristece, me hace ponerme tontita, como si aún fuera niña. Si tuviera melena seguro que la enredaría con los dedos cada vez que hablo de la infancia. El caso es que en la cena empezamos a recordar los juegos de aquellos años. Cada uno con su versión claro. Porque mientras unas jugábamos a la 'mariola' otras saltaban divirtiéndose con la 'mariquitiña'. Y mientras algunos cantábamos 1,2,3 zapatito inglés otros recitaban 'paloma blanca, paloma negra...' Es genial compartir conversaciones de este tipo. Se me pone esa sonrisa tonta en la boca y me escapan suspiros por cualquier huequecillo. Y recordar la sardina enlatada... ayyyy... qué bien me lo pasaba con ese 'escondite al revés'. o con el baile de los vampiros -bueno, este al parecer no era tan popular- o los míticos 'beso, verdad, consecuencia'. Por cierto, que a estas tres pruebas yo recuerdo que le añadíamos 'mentira y pozo', pero es que no me acuerdo había que hacer en cada una de ellas.

¿Y las canciones? ¿Os acordais del se-se-se que marca el ritmo para los juegos de palmas? Pues en mi barrio teníamos una versión propia: 'se-se-se María José, que tengo sed y chúpate un pie'. Que sí, que sí,... era genial (otro suspiro)

Entre risas, tortilla y claritas de limón transcurrió la cena. Cuando acabó, me fui para cama con una sonrisa en la boca... y un suspiro escapando de los labios. Creo que dormí acurrucada...