Marcos es pequeño y tímido. Lo conocí con pocas horas de vida, pero en aquel momento no me atreví a cogerlo. El nudo en la garganta me lo impidió. ¿Echarme a llorar delante de los amigos de J. y parte de la familia de la feliz mamá? No, por favor. Me limité a cruzarme de brazos, clavar los pies en el suelo y los ojos en Marcos, tan pequeñito e insignificante. Y tan importante. Tan milagroso y frágil....
La siguiente vez tenía ya un año. No hablaba, pero llegué a comunicarme con el gracias a mis -ridículos e indescriptibles- ruiditos y muecas y sus incansables saltos.
Ayer volví a ver a Marcos. Dos años ya. Es pequeño y prodiga una simpática timidez de la que facilmente se desprende para jugar a los coches, conocer a los pequeños animalitos de plástico y colocar a su Pitín -Piolín- en el asiento del conductor.
Marcos es precioso y muy muy listo. Está en ese momento de las primeras palabras, los gestos y el asombro. Marcos dice que el coche es 'ganne', como el de 'mené' y de color 'ojo'. ¡¡Y qué 'ganne' que es también el 'tubus'!!. Para Marcos el
patiño hace 'cua' y
o peixe dice 'gugugu'. Los dos viajan en un camión 'ganne' que tiene a 'Pitín' como 'cutor', y una 'utuga', de esas que
camiñan despaciño, como compañera de aventuras. Le encantan los coches. Ayer los estuvimos viendo pasar desde las escaleras de piedra. Tiene muchos, algunos muy 'gannes' y con luces, y cuando se deslizan por el sofá y van a parar al suelo dice, asombrado y simpático, 'cae'. Y sonríe, mostrando sus pequeños y separados dientecitos...
Marcos es pequeño y tímido. Lo conocí con pocas horas de vida pero ya tiene dos años. No quiero parar el tiempo. Quiero que los años sigan pasando. Quiero ver cómo los cumple. Quiero volver a visitarlo cuando tenga tres, cuatro, cinco... A Marcos. Al pequeño Marcos de dientecitos pequeños...